jueves, 10 de septiembre de 2009

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II.- CUADROS PARISINOS

VII.- A UNA TRANSEÚNTE

La calle aturdidora en torno de mi aullaba
Alta, fina, de luto, dolor majestuoso,
una mujer pasó, que con gestos fastuoso,
recogía las blondas que su andas balanceaba.

Ágil y noble, con esa pierna de escultura.
Por mi parte bebí, como un loco crispado,
en su pupila, cielo del huracán preñado,
placer mortal y a un tiempo fascinante dulzura.

Un relámpago…!y noche! Fugitiva beldad
cuya mirada me ha hecho golpe renacer,
¿no he de volver a verte sino en la eternidad?

¡Lejos de aquí! ¡O muy tarde! ¡o jamás he de ser!
Pues dónde voy no sabes, yo ignoro a dónde huiste,
¡tú , quien yo hubiera amado, tú, que lo comprendiste!

En este poema, “a una transeúnte”!, el autor cuanta como un día en plena calle vio a una mujer que le impacto, una mujer que mostraba gestos de ser tierna pero a la vez de ser una mujer audaz, que simplemente al verla en ese instante izo que fuera otra, como si renaciera, pero que no la volverá a ver, pues ninguno de los dos se conocían, pero con la mirada los dos se comprendieron en ese instante, creo que por eso pone de titulo el autor a una transeúnte, porque ignora de que mujer se trata.

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