Jamás pensé escribirte una carta, pero por razones del destino ahora estoy sentada recordando ese sentimiento abominable hacia ti. Varias lunas me las pase pensando que había diferente en mí a las demás niñas normales de esa edad, y no encontré respuesta.En vez de estar pensando en juegos y muñecas, ese verano, cuando era todavía una pequeña, me la pase pensando en que hacer para agradarte más, tú la clásica bruja de los cuentos pero mi tía en la vida real, que no me quería y que a pesar de ser una niña, tratabas como una adulta que podía defenderse.
No quiero hacerme la víctima porque nadie con la pena de otros se siente mejor. Fuiste cruel y despreciable, palabras atroces, simplemente con mirarte leía tu mente, en lo único que pensabas era “ni te acerques”. Por eso te escribo, para decirte que eres la persona a la que nunca le mandaré una tarjeta de navidad y mucho menos un regalo para su cumpleaños, y que ni siquiera me acordaré de ti por años.
De todos los primos, yo la única que no encajaba, para tu forma de pensar. Pues en mi rostro veías la sonrisa de mamá, a la cual ni en sueños querías mirar. Ahora te digo sumérgete en tu odio y pasa los días sola con esa actitud tan fría como un témpano de hielo.
Y supongo que a través de esos opacos cristales por los que nunca jamás habrán salido lágrimas de alegría, verás la vida a blanco y negro, en tono gris.
Me despido diciéndote que no te guardo rencor, porque eso dañaría a nadie más que a mí, pero sí te digo que nunca jamás recuperarás a la niñita del cuento, que tenía el papel de la sobrina amoroso, pero que tuvo que faltar al guión, porque te convertiste en la bruja del cuento.
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