sábado, 22 de agosto de 2009

Jóvenes Malabaristas de las calles de Lima

Cada día vemos en la calle una nueva forma ingeniosa, que inventan algunas personas, para ganar dinero. Las esquinas de las calles de la cuidad de Lima, se convierten en una oportunidad para los jóvenes que intentan ganarse la vida con esta actividad circense.

Primero fueron los malabaristas y payasos, esos que sólo veíamos cuando llegaba el circo a nuestra ciudad pero ahora las cosas han avanzado y hasta podemos encontrarnos con un equipo de jóvenes malabaristas practicando una rutina en una esquina muy transitada. ¿Y la duración? Lo que dura el cambio de luz.

Los malabares hechos por los jóvenes en las calles de Lima, se han convertido en un completo fenómeno social en la actualidad, debido a que los jóvenes encuentran en este fenómeno una forma divertida y poco apropiada de “ganarse la vida”.

Generalmente, son jóvenes que solo llegan a terminar sus estudios secundarios, y no llegan a tener una vida universitaria, por eso encuentran en los malabares una forma ingeniosa de tener un sustento económico, dado a que el plano laboral es muy competitivo y sin una profesión no es accesible un empleo.

Muchos de ellos, nos sorprenden frente a los semáforos con habilidades circenses de impresionantes malabarismos, bien sea con pelotas de goma, naranjas o bastones de madera. Hay otros que caminan en las palmas de sus manos con perfecto equilibrio; y están aquellos que utilizan unas cuerdas empapadas de gasolina, que al prenderles fuego impresionan en la oscuridad por sus destellos y la maravillosa coordinación de sus movimientos. Pero independientemente de cual sea la habilidad que nos muestran, todos estos jóvenes buscan el mismo objetivo: brindar unos minutos de entretenimiento, que sea recompensado.

A partir de la década de los setenta, han surgido en el Perú, un conjunto de actividades económicas. Estas actividades han sido denominadas informales, por no ajustarse a los patrones de empresa y empleo que se conocían.

Los semáforos: ordenan el tránsito, lo desordenan, lo detienen y son una oportunidad para un montón de malabaristas jóvenes, para quienes, esos pocos segundos de inmovilidad vial, significan espacio de aprendizaje y una forma de independencia económica.

Quizás la aparición de tantos malabaristas, de tanta agilidad, marca el fin de la compasión como argumento mendicante. Lo cual ya venía anunciado con la venta de caramelitos y otros artículos. Ahora la compasión está siendo reemplazada por el entretenimiento.

La gente le gusta y disfruta viendo a estos artistas callejeros. Es que en este mundo en que no queda tiempo para nada debemos aprovechar cada segundo de nuestro tiempo, y ¡qué mejor que presenciar un espectáculo sin siquiera bajarnos del auto!

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